Cuidarte después del postparto: Estrategias psicológicas

El postparto, conocido también como el cuarto trimestre, puede marcar una etapa de profunda transformación física y emocional para la madre.

Tras el parto, el cuerpo y la mente inician un proceso de adaptación que implica desde la recuperación física hasta la reorganización de la identidad materna.

En este periodo, las hormonas fluctúan bruscamente, el sueño se fragmenta y las responsabilidades aumentan de manera exponencial.

Todo ello convierte el postparto en un espacio de alta vulnerabilidad, en el que el autocuidado no es un lujo, sino una necesidad vital para la salud mental y física de la madre.

El postparto: período lleno de emociones

Durante las semanas que siguen al nacimiento, la madre puede atravesar un torbellino de emociones: alegría y gratitud por la nueva vida, junto con sentimientos de ansiedad, inseguridad o incluso, tristeza.

Las demandas del recién nacido, tales como alimentación frecuente, cambios de pañal y llantos inconsolables, pueden generar agotamiento extremo.

A esto se suma la presión social por mostrarse feliz y satisfecha, lo cual puede derivar en una sensación de culpa si aparecen estados de ánimo adversos.

Sin embargo, también hay un grupo considerable de mujeres que desarrolla depresión posparto, un trastorno más intenso que requiere intervención especializada.

Asimismo, comprender la normalidad de estos vaivenes emocionales y diferenciarlos de un cuadro clínico grave es el primer paso para ofrecer el cuidado adecuado.

Estrategias diarias para fomentar el autocuidado en el postparto

El autocuidado en el postparto debe convertirse en una práctica deliberada y estructurada en la que es necesario poner en práctica diversas acciones:

Cuidado de tu imagen y autoestima

No se trata de gestos esporádicos, sino de incorporar rutinas que nutran tanto el cuerpo como la mente. Una pieza clave es la atención a la propia imagen y autoestima.

Así pues, aceptar los cambios corporales, tales como estrías, peso fluctuante, cicatrices y buscar pequeños gestos que devuelvan la sensación de identificarte con tu reflejo contribuye a reforzar la confianza.

Una prenda cómoda que te haga sentir bien o dedicar unos minutos a peinarte con calma pueden parecer nimios, pero envían el mensaje de que tu bienestar importa tanto como el del bebé.

Dedícate tiempo y espacio para ti

Igualmente esencial es reservar tiempo y espacio exclusivamente para ti, de manera que, en medio de las demandas del cuidado infantil, parecerá imposible robar un momento de silencio o desconexión, pero incluso, breves instantes de respiración consciente pueden marcar la diferencia.

La práctica de técnicas de relajación, como la respiración diafragmática o la visualización guiada, ha mostrado reducir los niveles de ansiedad y mejorar el estado de ánimo en madres recientes.

Encontrar un rincón tranquilo, cerrar los ojos durante 3 minutos y concentrarse en el aire que entra y sale del cuerpo, ayuda a restablecer la calma interna.

Busca ayuda y apoyo profesional si lo necesitases

Es preciso reconocer cuándo es necesario buscar ayuda en el postparto, siendo incluso necesario el apoyo de un profesional.

Un psicólogo o terapeuta especializado en maternidad ofrece un espacio seguro para manifestar miedos, frustraciones y dudas sin juicios.

De tal modo, la terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, ha demostrado eficacia para tratar la depresión posparto, ayudando a reestructurar pensamientos negativos automáticos y fomentar conductas que promuevan el bienestar.

Además, grupos de apoyo perinatal, ya sean presenciales o virtuales, permiten compartir experiencias y obtener herramientas prácticas de quienes han pasado por la misma etapa.

El papel de crear un espacio de apoyo y comprensión familiar para la recuperación del autocuidado

El entorno cercano juega un papel decisivo en la recuperación postparto. Cuando la familia (pareja, padres, hermanos) comprende las dificultades emocionales y físicas que enfrenta la madre, se convierte en un pilar fundamental para el autocuidado.

De esta forma, generar una atmósfera de apoyo significa, en primer lugar, redistribuir responsabilidades, mientras que, asumir tareas domésticas, cuidar al bebé durante periodos para el descanso de la madre o preparar comidas nutritivas reducen la carga que recae exclusivamente en ella.

Asimismo, recibir ayuda práctica alivia el estrés materno y favorece la instauración de hábitos de cuidado en el postparto.

Por otro lado, el apoyo comprensivo implica validar las emociones de la madre, sin minimizar su experiencia con frases como que todo pasa rápido o nunca fue tan difícil.

Escuchar activamente y reconocer la legitimidad de sus sentimientos facilita la expresión y descarga emocional, evitando la acumulación de frustración.

Además, incluir ejercicios de regulación emocional compartidos, como paseos al aire libre o sesiones de respiración conjunta, fortalece los lazos familiares y convierte el autocuidado en una actividad comunitaria.

Cuidado físico y mental

El cuidado físico y mental son 2 caras de la misma moneda dentro del postparto. En lo corporal, seguir las indicaciones médicas para la recuperación posparto (reposo relativo, ejercicio moderado, alimentación balanceada y descanso) sienta las bases para un funcionamiento óptimo.

La actividad física suave, tal como caminatas y ejercicios pélvicos, no solamente mejora el tono muscular, sino que también endorfinas, contribuyendo a la estabilidad emocional.

Paralelamente, el cuidado mental requiere la puesta en marcha de estrategias que favorezcan la resiliencia, de manera que, mantener un diario de gratitud en el cual anotar pequeños logros, practicar la autocompasión y recordar que cometer errores forma parte del proceso de aprendizaje.

En suma, el postparto es un periodo pleno de emociones cambiantes que exige un enfoque integral de autocuidado.

Cuidar la imagen y la autoestima, reservar espacio personal, buscar ayuda de un psicólogo de postparto y construir redes de apoyo familiar son estrategias imprescindibles para proteger la salud mental y física.

Al implementar estas prácticas de manera constante, la madre no solamente se fortalece para acompañar a su hijo, sino que sienta las bases para una maternidad más equilibrada y satisfactoria.

De este modo, la clave reside en recoger los recursos de la resiliencia psicológica y tejer con ellos una red de cuidado que rodee todos los aspectos de su nueva vida.

Fuentes:

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