Dependencia psicológica de los medicamentos para adelgazar

La dependencia emocional a medicamentos para adelgazar, tales como los fármacos como los agonistas del receptor GLP-1, entre ellos semaglutida (Ozempic, Wegovy) y tirzepatida, han experimentado un auge sin precedentes en la última década.

Esto se debe al hecho de que, si bien originalmente estos han sido diseñados para tratar la diabetes tipo 2, de igual modo han demostrado una capacidad sorprendente para reducir el peso corporal entre un 15 a 20 %

¿Qué son los medicamentos para adelgazar y cómo funcionan?

La acción de los medicamentos para adelgazar consiste en imitar las hormonas intestinales responsables de la saciedad, retrasar el vaciado gástrico y modular los circuitos de recompensa cerebral, disminuyendo de esa forma la ingesta calórica. 

Por su parte, compuestos más antiguos como la fentermina actúan como estimulantes del sistema nervioso central, incrementando el gasto energético y suprimiendo el apetito

A pesar de las diferencias farmacológicas, ambos tipos de compuestos comparten el beneficio de producir resultados rápidos, pero también el riesgo de que quienes los utilizan acaben desarrollando una forma de dependencia emocional a medicamentos que va más allá del mero cumplimiento posológico.

¿Por qué los medicamentos para adelgazar pueden generar dependencia psicológica?

Con relación a por qué los medicamentos para adelgazar pueden generar dependencia psicológica, algunas de las principales razones son las siguientes: 

Resultados rápidos y presión social

La dependencia psicológica de estos medicamentos surge en gran parte de la presión social y de la promesa de transformaciones inmediatas. 

Asimismo, en un entorno cultural que idealiza la delgadez, perder varios kilos en pocas semanas se convierte en una meta fácilmente alcanzable gracias a la farmacología, pero también en una fuente de refuerzo constante. 

El hecho de ver el peso descender de una forma espectacular genera un refuerzo positivo que se asocia directamente al consumo del fármaco. 

Sin embargo, un número considerable de pacientes recupera el peso perdido en los 6 meses posteriores a la suspensión de estos tratamientos. 

Ese riesgo de rebote, unido a la validación externa (comentarios halagadores en redes sociales o entre el círculo cercano), alimenta la sensación de que la única manera de mantener el cuerpo “ideal” es no dejar de tomar el medicamento, instalando un círculo vicioso de dependencia emocional.

La conexión entre la imagen corporal y el bienestar emocional 

La conexión entre la imagen corporal y el bienestar emocional desempeña un papel central en esta dinámica. 

Así pues, la percepción de uno mismo está condicionada por estándares estéticos difundidos a través de los medios y las plataformas digitales, en lo que los cuerpos editados y las historias de éxito generan comparaciones constantes. 

Asimismo, es importante tener en consideración que, al suprimir el apetito de manera intensa y crear un distanciamiento de las señales internas de hambre y saciedad, los GLP-1 pueden tanto mejorar como empeorar los trastornos de la conducta alimentaria. 

Este distanciamiento puede servir de alivio a personas con atracones, pero en quienes no sufren estos episodios, puede reforzar una actitud de evitación compulsiva de la comida, exacerbando la preocupación por el cuerpo y alimentando la dependencia emocional a medicamentos para adelgazar como único garante de control.

Impacto psicológico a largo plazo de depender de estos medicamentos para adelgazar

A largo plazo, el impacto psicológico de depender de fármacos para adelgazar puede manifestarse de las siguientes maneras:

Miedo a recuperar el peso y ansiedad constante

Este temor se traduce en ansiedad difusa, dificultad para disfrutar de la comida y evitación de situaciones sociales en las cuales la ingesta es central, tales como celebraciones familiares o salidas con amigos. 

La ansiedad ante la posibilidad de estropear los resultados obtenidos con el medicamento condiciona la vida diaria y puede desembocar en un trastorno de ansiedad generalizada. 

Así pues, tras la suspensión de semaglutida, algunos usuarios experimentan empeoramiento del ánimo y síntomas depresivos, quizá como respuesta al vacío emocional dejado por la pérdida del refuerzo farmacológico. 

Esta relación entre la interrupción del fármaco y la vulnerabilidad emocional refuerza la percepción de insuficiencia sin la medicación, consolidando la creencia de que el propio valor personal depende del peso corporal.

Sentimiento de insuficiencia sin el medicamento 

Esta sensación se instala cuando la persona deja de reconocerse sin la ayuda farmacológica, de forma que, en lugar de ser una herramienta temporal, el fármaco se convierte en el eje alrededor del cual gira la autoestima. 

Cuando el descenso de peso se estanca o se revierte tras la retirada, la autocrítica se intensifica y emerge la idea de fracasado, de manera que, la persona experimenta que no puede sostener el cuerpo alcanzado durante el tratamiento. 

Esta sensación de fracaso personal está vinculada a un incremento de la vergüenza y la culpa, las cuales son emociones negativas que pueden derivar en episodios de baja autoestima, aislamiento social y, en casos extremos, incluso en conductas de riesgo, tales como el uso de dietas extremas o de otros fármacos no prescritos.

¿Cómo se puede tratar la dependencia psicológica de los medicamentos para adelgazar?

Frente a esta problemática, el abordaje psicológico se presenta como la alternativa más segura para tratar la dependencia emocional a los medicamentos adelgazantes. 

La terapia cognitivo-conductual (TCC) 

Es una intervención de primera línea para el manejo del peso y la salud mental asociada, ayudando a las personas a identificar los pensamientos automáticos de insuficiencia y perfeccionismo corporal. 

A través de la reestructuración cognitiva, el terapeuta guía al paciente en el cuestionamiento de creencias disfuncionales, tales como, por ejemplo, “sin el fármaco no valgo” y, en el desarrollo de una narrativa más equilibrada que incorpore la autoaceptación y el reconocimiento de logros no relacionados con la apariencia física.

Intervenciones basadas en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) 

Estas intervenciones han mostrado eficacia en el abordaje de la dependencia psicológica de fármacos para adelgazar, al centrarse en la aceptación de las sensaciones internas como el miedo a engordar, así como en el compromiso con valores personales, alejando al individuo de pautas de evitación y somatización

De igual modo, estas terapias enseñan a convivir con la incertidumbre inherente al peso corporal, promoviendo acciones guiadas por metas vitales en el ámbito de la salud, relaciones, crecimiento personal, en lugar de por el temor a la báscula.

El acompañamiento profesional también integra técnicas de mindfulness y de regulación emocional. 

Al respecto, la práctica de la atención plena facilita el reconocimiento de los estados físicos de hambre y saciedad, restableciendo la conexión con las señales internas del cuerpo. 

Al mismo tiempo, las estrategias de manejo del estrés y la ansiedad, como la respiración diafragmática o la meditación guiada, reducen la urgencia de recurrir al fármaco ante la mínima preocupación por el peso. 

Combinación de TCC y mindfulness 

Estas prácticas potencian la resiliencia y disminuye la dependencia emocional a medicamentos para adelgazar.

Por otra parte, la construcción de redes de apoyo social se considera fundamental, dado que, los grupos terapéuticos o programas de autoayuda supervisados por profesionales permiten compartir experiencias, normalizar las recaídas y reforzar la motivación para mantener cambios de conducta orientados a la salud integral. 

El simple hecho de sentirse comprendido y acompañado alivia el peso emocional de la autoexigencia y favorece la adopción de estilos de vida sostenibles: alimentación equilibrada, actividad física moderada y descanso adecuado.

En el ámbito preventivo, es esencial que clínicos y pacientes mantengan un diálogo abierto sobre las expectativas reales del tratamiento farmacológico. 

La información clara acerca de la probabilidad de recuperación de peso tras la suspensión, así como de los posibles efectos secundarios psicológicos, facilita una toma de decisiones consciente y reduce la sorpresa negativa ante los desafíos emocionales posmedicamentos. 

A su vez, es importante recalcar que el acompañamiento psicológico paralelo al tratamiento farmacológico, reconociendo que la obesidad y el sobrepeso son condiciones crónicas en las que la medicación, la psicoeducación y las terapias conductuales deben integrarse para lograr resultados estables.

En definitiva, la dependencia emocional de medicamentos para adelgazar emerge de la promesa de resultados inmediatos y de la presión social por alcanzar cánones estéticos. 

Sin embargo, esta aparente solución rápida puede transformarse en un obstáculo para el bienestar mental si no se aborda con un enfoque integral

De tal manera, las intervenciones psicológicas por medio de la implementación de TCC, ACT o mindfulness son claves para la recuperación de la autonomía y la construcción de una relación saludable con la propia imagen corporal. 

Solamente mediante la conjugación de la farmacología responsable, la terapia psicológica y el apoyo social, se consigue romper el ciclo de dependencia emocional a medicamentos para adelgazar y restablecer un equilibrio emocional que sostenga la salud física y mental más allá de cualquier pastilla.

Fuentes:

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