En los últimos años, Ozempic, cuyo principio activo es la semaglutida, se ha consolidado como una de las opciones más eficaces para el control de la diabetes tipo 2 y, de manera emergente, para la gestión del sobrepeso y la obesidad.
Así pues, este es un fármaco que pertenece a la familia de los agonistas del receptor del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1) y actúa, entre otras cosas, suprimiendo el apetito y regulando los niveles de glucosa en sangre.
¿Qué es Ozempic?
A medida que millones de personas en todo el mundo incorporan esta inyección semanal a su régimen, empiezan a surgir interrogantes sobre sus efectos en la salud mental, siendo esencial mirar más allá del espejo y comprender cómo Ozempic no solamente transforma cuerpos, sino que puede alterar estados de ánimo, patrones de pensamiento y la forma en que nos relacionamos con nuestra propia imagen.
Ozempic es el nombre comercial de la semaglutida, un péptido sintético diseñado para imitar la acción del GLP-1 natural.
Inicialmente, aprobado por la FDA en 2017 para el tratamiento de la diabetes tipo 2, hoy se administra en dosis semanales subcutáneas de entre 0,25 y 1 mg para ayudar a controlar la glucemia y, en concentraciones superiores (1,7 o 2,4 mg), promover la reducción de peso en pacientes con obesidad.
Este fármaco estimula la liberación de insulina cuando los niveles de glucosa son altos y suprime la producción de glucagón, equilibrando el metabolismo energético.
Si bien la eficacia de esta sustancia para adelgazar ha desatado una apertura de prescripciones, existe un debate creciente sobre su uso fuera de las indicaciones oficiales y sobre el seguimiento de los efectos de Ozempic a largo plazo, tanto a nivel físico como psicológico.
¿Cómo Ozempic afecta al cerebro y metabolismo?
El mecanismo de acción de la semaglutida va más allá de la regulación pancreática, de forma que, al igual que el GLP-1 nativo, Ozempic interactúa con receptores en el hipotálamo, el área cerebral encargada de las señales de hambre y saciedad, lo que reduce la motivación para comer y prolonga la sensación de plenitud tras las comidas.
Este “ping” de saciedad hacia el cerebro también influye en los circuitos de recompensa, incluyendo regiones como el núcleo accumbens, lo que atenúa los deseos compulsivos de alimentos altamente calóricos.
Más allá de estos efectos, la semaglutida puede modular la expresión de proteínas implicadas en la plasticidad neuronal, como SIRT1 y GLUT4 en el hipocampo, mejorando potencialmente el aprendizaje y la memoria.
Sin embargo, la traducción de estos hallazgos al ser humano aún está en estudio, de manera que, la semaglutida también retrasa el vaciamiento gástrico, colaborando en el control de la glucemia, pero este retraso digestivo puede originar malestares físicos que, a su vez, interfieren en el equilibrio emocional.
A nivel metabólico, la estabilización de la glucosa y la reducción de grasa corporal deberían mejorar la energía y la calidad de vida, pero, el abismo entre la promesa de la versión ideal de uno mismo y la experiencia real de cada inyección crea un caldo de cultivo para la ambivalencia emocional.
Riesgos y consideraciones específicas sobre el uso de Ozempic
Pese a sus beneficios, Ozempic no está exento de riesgos que van más allá de la biología periférica.
En Europa, la Agencia Europea de Medicamentos ha abierto investigaciones sobre posibles efectos en la salud mental, poniendo en duda si Ozempic es malo para la salud, de forma tal que, es posible mencionar los pensamientos de autolesión y suicidio.
Aunque no se ha establecido una relación directa de causa y efecto, existen alarmas en la comunidad médica, por lo que, actualmente se recomienda un seguimiento estrecho de los síntomas psicológicos en quienes inician el tratamiento.
Paralelamente, ensayos preliminares exploran la semaglutida como coadyuvante en el tratamiento de la depresión y el trastorno bipolar, mostrando resultados prometedores, pero aún insuficientes para su aprobación en este campo.
Efectos secundarios en la salud mental
Los efectos adversos de Ozempic en la esfera psicológica suelen presentarse de manera indirecta, por la interacción entre malestares físicos y estados de ánimo.
Personas que experimentan náuseas recurrentes o fatiga manifiestan con frecuencia un aumento de la irritabilidad y una sensibilidad emocional que puede desembocar en episodios de tristeza profunda o, en casos extremos, en pensamientos suicidas.
Náuseas y vómitos
El efecto más frecuente de Ozempic es gastrointestinal, pudiendo evidenciarse náuseas, y una proporción significativa de personas con episodios de vómito.
La persistencia de estas molestias no solamente condiciona la relación con la alimentación, sino que genera frustración y sensación de pérdida de control, sentimientos que, de permanecer sin manejo adecuado, pueden transmutarse en ansiedad y disminución de la autoestima.
Fatiga
La fatiga es otro efecto colateral notable con cansancio extremo, baja energía y dificultad para concentrarse como reacciones relativamente comunes.
Esta sensación de plomo en el cuerpo tiene repercusiones emocionales: el sujeto deja de sentirse capaz de afrontar tareas diarias, lo que agrava el riesgo de estados anímicos bajos y contribuye a la aparición de pensamientos negativos recurrentes.
Impacto en trastornos preexistentes
Quienes arrastran diagnósticos de depresión, ansiedad o trastornos de la alimentación antes de iniciar Ozempic son especialmente vulnerables.
En algunos casos, la reducción brusca de apetito y el cambio de rutina alimentaria mitigan síntomas de trastornos por atracón, lo que genera alivio temporal.
No obstante, para personas con tendencias restrictivas o con historial de bulimia nerviosa, la supresión del hambre puede exacerbar patrones de restricción extrema y reactivación de comportamientos disfuncionales.
Además, relatos anecdóticos aluden a un fenómeno denominado personalidad Ozempic, caracterizado por anhedonia, baja libido y empeoramiento del ánimo.
¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Saber distinguir entre molestia pasajera y señal de alarma es vital, de modo que, si los síntomas psicológicos persisten más allá de las primeras semanas de adaptación o aparecen pensamientos de autolesión, desinterés extremo por actividades antes placenteras o ideación suicida, se debe consultar con urgencia a un profesional.
Las autoridades de salud recomiendan que todo paciente con antecedente de enfermedad mental informe a su médico antes de comenzar el tratamiento y que tanto endocrinólogos como psicólogos establezcan un plan de seguimiento conjunto.
Encontrar equilibrio entre la salud física y mental
La clave para un uso responsable de Ozempic reside en un abordaje integrador, de forma que, complementar la terapia con intervenciones psicológicas, tales como la terapia cognitivo-conductual, pudiendo ayudar a gestionar la frustración derivada de efectos secundarios y reconstruir la imagen corporal de manera saludable.
El seguimiento de hábitos de sueño adecuados, la práctica moderada de ejercicio y el fortalecimiento de redes de apoyo emocional contribuyen a minimizar el impacto negativo en el ánimo.
En definitiva, situar la salud mental al mismo nivel que los parámetros metabólicos garantiza un tratamiento más seguro y efectivo.
En conclusión, si bien no es posible determinar si Ozempic es bueno o malo, representa un avance médico indudable en el control de la diabetes tipo 2 y el manejo del peso.
No obstante, su influencia trasciende la biología al incidir en aspectos tan sensibles como la autoestima, el ánimo y la construcción de la propia identidad.
La atención psicológica antes, durante y después de su uso no es un lujo opcional, sino un componente esencial para preservar el bienestar integral.
De esa manera, lograremos que la balanza se incline hacia la mejora real de la calidad de vida, sin sacrificar el cuidado de la mente en el camino.
Fuentes:
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