Cuando una pareja está pasando por un momento en el que existe la posibilidad de romper la relación, siempre hay señales que indican que algo no está funcionando. Lo ideal en esta situación es que los miembros de la pareja sean capaces de identificar esos signos para poder hacer frente a los problemas. Sin embargo, a veces surgen bloqueos que nos lo impiden.
Las personas tienden a normalizar determinadas pautas y actitudes, lo que les dificulta ser conscientes de que su relación se ha estancado. En ocasiones, se llega incluso a negar que existen esas diferencias para mantener la relación de pareja.
Para poder tomar medidas a tiempo, es importante aprender a identificar las señales que pueden anticipar una ruptura. Estas son algunos de los puntos a los que debes prestar atención:
- Problemas con las familias de origen: En ocasiones, la pareja acaba siendo participe de los conflictos entre sus familiares. Hacen propios los problemas de sus familias y empiezan a aumentar los choques, malentendidos y discrepancias.
- Valores opuestos: Cuando la pareja no se ha sentado a hablar de sus creencias y valores más profundos la relación se ve afectada. Cada uno se relaciona a través de su forma de pensar sin tener en cuenta que el otro puede tener valores diferentes a los suyos. Esto genera conflictos y distanciamiento.
- Falta de comunicación: Suele darse en situaciones donde la pareja siente que ya no tiene temas de conversación y les incomoda estar solos porque los silencios son continuos. A demás, se empiezan a ver como desconocidos. Cuando la relación entra en este tipo de circulo negativo, la pareja deja de comunicarse y solo lo hacen para discutir.
- Disminución del interés sexual y la atracción: Los conflictos, la rutina o el desinterés son algunos de los aspectos que afectan a la vida sexual de la pareja. Ocurre que el sexo acaba pasando a un segundo plano de la relación, o es casi inexistente. Incluso se llegan a evitar los contactos íntimos como una forma de “castigo” al otro.
- La relación se ha convertido en una “lucha de poder”: Desaparece el disfrute y aparece una competición. Algo así como “a ver quién es el que mejor hace las cosas, el que más detalles tiene, el que más recoge, el que más atento está…”. Se cambia el compartir por el competir.
- Crítica continua: No hablamos de una queja aislada, sino de una crítica permanente ante cualquier cosa que haga el otro. Vemos solo lo negativo de la relación y lo verbalizamos de manera continua.
- Discusiones constantes: Cualquier situación, por pequeña que sea, acaba siendo un detonante para discutir. No existe el diálogo. Se falta al respeto, se hace referencia al pasado y no se asumen errores.
Es importante poder identificar estas señales dentro de la relación para poder hacerles frente. Es por ello que una buena comunicación dentro de la pareja es fundamental.
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