¿Cómo recuperar amistades que se han enfriado?

A lo largo de la vida vamos construyendo relaciones de amistad con diferentes personas. Algunas se mantienen y otras simplemente desaparecen. Lo que un día fue una persona importante en nuestra vida, hoy puede ser un vago recuerdo.

Los seres humanos no somos seres estáticos, si no, que vamos atravesando distintas etapas vitales que nos hacen cambiar para poder adaptarnos a las circunstancias. Esto mismo ocurre con la amistad. El concepto de amistad va cambiando a lo largo del tiempo y no es el mismo para todo el mundo.

Cuando somos pequeños, consideramos amigos a todo aquel que juegue con nosotros. A medida que vamos creciendo, nos vamos haciendo más “exquisitos” con la gente que nos rodea. En este punto, la calidad pesa más que la cantidad.

A pesar del cariño que tenemos hacia algunas personas, vamos dejando atrás  amistades que fueron importantes para nosotros, puesto que damos prioridad a nuestro círculo de confianza y a otros aspectos de nuestra vida.

En este sentido, me tomo la licencia de comparar la amistad con una planta, a la cual si no riegas se marchita. Sin embargo, no se marchita de la noche a la mañana, si no, que es un proceso en el que empieza a perder su fuerza, su vitalidad, donde las hojas se caen una a una…. En algunas ocasiones, no siempre, dependiendo del tipo de planta y de la manera en la que la cuidemos, podremos recuperar su estado original.

¿Cómo podemos recuperar amistades que se han enfriado?

1.      Plantearse si merece la pena retomar la amistad

Como ya se ha comentado anteriormente, las amistades van cambiando a lo largo de la vida, al igual que las personas, nuestras prioridades y nuestras expectativas. Podría ser que el recuerdo nostálgico de lo que un día fue y el cariño que nos unía, sea lo que te lleve a querer retomar la amistad. Sin embargo, puede que hayáis tomado caminos diferentes y que en la actualidad no haya compatibilidad.

2.      Identificar en que momento de la relación se está

Es importante antes de realizar el acercamiento, hacer una reflexión sobre el estado de la relación. Siguiendo con el ejemplo anterior, no es lo mismo si a una planta se le ha caído una hoja que todas. Dependiendo de en qué punto nos encontremos, requerirá más o menos esfuerzo por parte de ambos.

3.      Comprensión y compasión

Hay que tener en cuenta que las relaciones dependen de ambas partes, por lo que si se ha distanciado la relación no toda la responsabilidad recae en nosotros. Hay que ser comprensivos y compasivos con nosotros mismos y con los demás.

 4.      Sinceridad y comunicación

 Una vez tomada la decisión de retomar la amistad, es importante no hacer como si nada hubiese pasado, si no, reconocer nuestros errores (en el caso de que los haya habido), hablar abiertamente sobre lo que produjo el distanciamiento y sobre nuestra voluntad de retomar la amistad. Aunque no podemos controlar lo que los otros hacen, piensan y sienten, siempre podremos hacer lo que este en nuestra mano para conseguir el objetivo que nos propongamos.

5.      Dedicar tiempo y ser constante.

Aunque nos conozcamos de alguna manera y ya exista cierto cariño, debemos de reconstruir el vínculo dañado y para ello, al igual que a la planta hay que regarla todos los días, a las amistades hay que dedicarles tiempo para generar recuerdos y experiencias que nos permitan reencontrarnos.

Desde el Instituto Cláritas, sabemos que la teoría es más fácil que la práctica, por ello contamos con profesionales que te pueden ayudar.

  • Icíar Palacios

    Soy Icíar Palacios Leal, terapeuta cognitivo- conductual infanto-juvenil. Estudié en la Universidad Francisco de Vitoria. Esta Universidad me ofreció la oportunidad de profundizar en la psicología clínica y educativa. Tras finalizar mis estudios Universitarios y haber adquirido los conocimientos básicos sobre las distintas disciplinas de la psicología, descubrí mi verdadera vocación en la psicología clínica por lo que decidí ampliar mis conocimientos realizando el Máster General Sanitario que me especializa en intervención en población adulta y la especialización en psicología cognitivo-conductual en la infancia y adolescencia en la Universidad Pontificia de Comillas. Para mi la continua formación es algo importante, por lo que me sigo formando de manera autodidacta sobre Terapia Sistémica, Terapia Focalizada en la Emoción, Trauma, Teoría del Apego entre otras. Además, realicé un curso de autolesiones e ideación suicida en jóvenes y adolescentes. Aunque mi formación está más dirigida a niños y adolescentes, disfruto de trabajar con adultos y jóvenes. Para mí lo primero y más importante son mis pacientes. Por ello ofrezco un espacio cercano, sin juicios, cálido y profesional, donde acompaño a mis pacientes al ritmo que ellos marquen y respetando sus decisiones en su proceso de cambio. Cada persona es diferente por ello considero importante profundizar en sus experiencias pasadas para identificar sus creencias, pensamientos, fortalezas, para entender su perspectiva en el presente e identificar aquellos patrones que no le son funcionales a día de hoy y que están manteniendo el problema que les trae a consulta e interfiriendo en su día a día.

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