manos con juego de madera

La sobreprotección: el ojo de madre y/o padre que todo lo ve y sus consecuencias

Cuando se es madre o padre nace de manera instintiva querer proteger a nuestro bebé. Seguramente, si pudiéramos mantener al niño/a en una pequeña burbuja que le protegiera de sufrir cualquier daño de este mundo y le cubriera todas sus necesidades… con una alta probabilidad lo haríamos.

El ojo de las madres y/o padres tiene por desgracia una cierta tendencia a observar el mundo en términos de protección angustiada y, por lo tanto, a detectar rápidamente sus posibles peligros. Por esta razón, en muchas ocasiones son las madres y/o padres quienes se convierten en esa burbuja que sobreprotege y que, al contrario de lo que podamos imaginar, limita e incapacita a nuestra criatura.

Por sobreprotección entendemos las conductas realizadas por el adulto que se adelantan a las conductas del niño/a y cuyo fin, en primera apariencia, no es otro que refugiarlo/a de los riesgos del entorno que a su ojo considere. Sin embargo, demasiadas limitaciones y demasiadas prohibiciones, anulan toda idea de poder y sólo conseguirán hacer sentir al niño/a esclavo/a, sometido/a y sin esperanza ante las fuerzas más poderosas contra las cuales no se puede hacer nada, sus mamás y papás. Como mencionaba, este es el fin del adulto en primera apariencia, pero en un lugar más profundo el adulto puede albergar otros objetivos de índole inconsciente.

Sea por el motivo que sea, la realidad es que esta semilla que se planta en la infancia acompañará al niño/a en sus diferentes etapas, pudiendo generar las siguientes consecuencias:

  • Miedo, ansiedad y angustia. Se percibirá el mundo como un lugar inseguro, por lo que se potenciará la habilidad de anticipar, pero de manera patológica.
  • Baja autoestima. Sentimientos de inutilidad, incapacidad o insuficiencia en la relación consigo/a mismo/a, lo que afectará en la relación con el entorno.
  • Baja tolerancia a la frustración. Será difícil el autocontrol y la autorregulación emocional, por lo que pueden aparecer conductas de compensación como problemas de conducta o más tarde, consumo de sustancias o perfeccionismo.
  • Falta de herramientas para solucionar problemas. Pocos recursos de pensamiento crítico y toma de decisiones. Será difícil conectar con las propias necesidades y entender qué es lo mejor para mí.
  • Relaciones dependientes. Necesidad de tener a otra persona cerca que proporcione la seguridad (emocional o física), que no encuentra en sí mismo/a.

Para que el/la niño/a crezca en un lugar que perciba como seguro necesita crecer con la sensación de encontrarse en un ambiente que le ofrece oportunidades creativas y positivas, que le plantea problemas que pueda resolver y superar. De ahí la necesidad de transmitir una percepción tranquilizadora del mundo y de mostrar las posibilidades que este le ofrece, de forma que el/la niño/a pueda relacionarse con su entorno con confianza, sin que esto conlleve ocultar los peligros reales que existan.

Seguridad en uno/a mismo/a quiere decir valor para probar, coraje para equivocarse y aceptación en lo bueno y lo no tan bueno, en la victoria y en la derrota.

Las personas necesitan hacerse hábiles en la superación de obstáculos y para ello desde que somos pequeños/as necesitamos que nos permitan explorar y experimentar la fatiga y frustración, sólo así conoceremos nuestros propios recursos. Por ello, la tarea del adulto es acompañar al pequeño/a, poner a su servicio un amor incondicional que no le asfixie, sino que le transmita confianza y le ofrezca un refugio de calma cuando las cosas no salgan del todo bien.

Imagino que ser madre y padre no es fácil, pero confío en que reconocer que todas las personas somos imperfectas es el primer paso para trabajar en lo siguiente. Si necesitas que te acompañen a entender por qué acudes a la sobreprotección, para qué o, simplemente, si quieres encontrar otras formas de cuidado a tu criatura, puedes contar con el equipo de psicólogos y psicólogas de Cláritas.

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