La respuesta ASMR: de un recuerdo de la infancia a un ‘orgasmo audiovisual’

Las cuentas en redes sociales que ofrecen contenidos placenteros para el oído y la vista son cada vez más numerosas. Pero no todo el mundo encuentra satisfactorios sonidos como los susurros o el masticar de alguien. El debate está servido

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Cuando una madre o un padre susurran algo al oído de su hijo recién nacido lo hacen para tranquilizarlo, para relajarlo, para darle, de algún modo, una dosis de placer que asegure su comodidad. Desde ese momento, el recuerdo del placentero susurro, que se ha ido repitiendo día tras día en la vida de la criatura, queda almacenado en el cerebro del niño y es uno de los responsables, según expertos como Sean A. Guillory, de que, en el futuro, ese niño ya crecido pueda experimentar satisfacción con los vídeos ASMR (Autonomous Sensory Meridian Response, o Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma, en castellano).

La psicóloga especializada en neuropsicología del Instituto Cláritas, Elena Donate, asegura que las perspectivas neurológicas y psicológicas que explican el fenómeno se mezclan entre sí. En otras palabras, la satisfacción que pueden provocar los vídeos ASMR no tienen una única explicación. 

La ASMR es la responsable, entre otras cosas, del placer que experimentan algunas personas al visualizar a otras emitiendo susurros, rascando alguna superficie, simulando un masaje en la cabeza o, incluso, comiendo y masticando con un ruido deliberadamente exagerado.

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