Distintos caminos para una misma meta: Nuestro bienestar emocional

¿Son todos los psicólogos iguales? Es una pregunta habitual entre aquellos que han decidido ponerse en manos de un profesional. Porque una vez que se ha tomado la decisión de emprender un camino inexplorado, empiezan las preguntas sobre tu compañero de viaje.

Para contestar este interrogante, debemos pensar que un psicólogo no es diferente a cualquier otro profesional en cuanto a su manera de trabajar. Es decir, de las características individuales y únicas de cada persona dependerá su manera de obrar.

El Dr. José Miguel Sunyer, reputado grupoanalista barcelonés, opina que existen cuatro condicionantes que definen la orientación profesional de un psicólogo: En primer lugar, el contexto social, cultural y familiar en el que se haya desarrollado. En segundo lugar, la formación recibida, de la que depende el rigor y la solidez de los conocimientos que después pondrá en práctica. En tercer lugar, su forma de entender el sufrimiento humano, que influirá en su manera de interpretar el origen del padecimiento. Y por último, sus experiencias vitales, que le ayudarán a crecer como profesional.

De todos estos factores nacerá una orientación clínica; un punto de vista bajo el cual, el psicólogo enmarcará la situación de cada paciente, y servirá para dibujar el camino hacia la mejora personal.

Entremos ahora en el terreno de estos enfoques. Uno de los contextos en los que un psicólogo suele analizar nuestra situación es el sistema en el que vivimos. Es decir, nuestras relaciones y entornos habituales. Este tipo de orientación se denomina sistémica, y centra la terapia en modificar roles negativos, y desarrollar dinámicas positivas de relación en cualquier entorno (familiar, laboral, etc.).

Un segundo punto de vista es el que promueve cambios en conductas perjudiciales (como adicciones u obsesiones) y fortalece la capacidad de adaptación de los pacientes. En este caso, estaríamos hablando de la orientación cognitivo-conductual, en la que el psicólogo se centra en nuestros patrones de conducta.

Otro de los enfoques, que ha cogido una gran fuerza en los últimos años, es el que profundiza en nuestro crecimiento y autoconocimiento. Hablamos de la orientación humanista, en la que el psicólogo deja nuestra historia pasada en un segundo plano, y centra la terapia en desarrollar nuestras capacidades personales y dirigirlas hacia un objetivo de mejora.

Un cuarto camino, es el que analiza nuestro comportamiento como parte de un grupo. Desde este enfoque, denominado grupo-analítico, se trabajan terapias grupales donde se analiza a los integrantes, a través de la actividad y del punto de vista del propio grupo. El objetivo final es beneficiar a todo el conjunto a través de las aportaciones de cada miembro.

Por último, dentro de las principales orientaciones psicológicas, estaría aquella que pone el foco sobre nuestros impulsos reprimidos; aquella que analiza nuestros deseos y frustraciones, nacidas de conflictos sin resolver. Este método es la que se conoce como psicoanálisis, y su concepción fue elaborada por el famoso neurólogo e intelectual Sigmund Freud.

Cada caso particular definirá cuál es la orientación más adecuada, dando forma al camino que cada persona recorrerá junto a su terapeuta, y donde la clave será la confianza. Solo así llegaremos hasta el final, disfrutando de un viaje agradable y enriquecedor. Y, con independencia de la forma que adquiera el camino, la meta siempre será la misma: Nuestro bienestar emocional.

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