Pocas cosas desesperan (y minan) más a los padres que enfrentarse, trimestre tras trimestre, a los suspensos ‘cosechados’ por sus vástagos en los estudios. El cóctel molotov de emociones negativas que provoca cada ‘cate’ reincidente provoca un estallido cuya onda expansiva afecta a todos los miembros de la familia y es, entonces, cuando arrecia la lluvia de reproches. “El niño no estudia lo suficiente; sí es que la niña se pasa el día mirando el móvil; el problema es que tú no estás nunca en casa para ayudarles; ¡pero si yo me lo sabía todo!”, esgrimen unos y otros. […]
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