Parentalización: ¿qué ocurre cuando tu hijo cubre funciones paternas?

Imagina a un niño que, en lugar de disfrutar de su infancia, asume responsabilidades y roles propios de un adulto.
La parentalización es un fenómeno silencioso que afecta a muchas familias y que, en ocasiones, pasa desapercibido hasta que sus consecuencias se hacen evidentes.
¿Qué impacto tiene esto en su desarrollo emocional y psicológico? En este artículo, profundizaremos acerca de qué es la parentalización, cómo identificarla, al igual que sus causas y consecuencias.
Asimismo, expondremos lo que podemos hacer para revertir esta situación y promover un ambiente familiar que sea saludable.

¿Qué es la parentalización?

La parentalización es un proceso por el cual se invierten los roles familiares, y el niño o adolescente asume funciones que corresponden a los padres o cuidadores.
Así pues, se produce una transferencia de responsabilidades que no son apropiadas para la edad y madurez del menor, lo que puede afectar su desarrollo integral.
Suele ocurrir cuando por diversas circunstancias, los niños se ven obligados a cubrir necesidades emocionales o prácticas de los adultos en su entorno.
Esto no sólo implica tareas domésticas, sino ser el soporte emocional de sus padres o hermanos, afrontando situaciones para las que no está preparado.
Este fenómeno se estudia dentro del campo de la psicología familiar y del desarrollo infantil, y se reconoce como un factor que puede generar estrés y dificultades emocionales en el niño, afectando su bienestar y crecimiento saludable.

Tipos de parentalización

Es importante distinguir los dos tipos principales de parentalización, las cuales son la instrumental y la emocional.
En lo que concierne a la parentalización instrumental se refiere a cuando los niños asumen responsabilidades prácticas dentro del hogar como el cuidado de hermanos menores en el que se ocupa de alimentarlos, supervisarlos y atender sus necesidades básicas.
También pueden realizar tareas domésticas como limpiar, cocinar, hacer compras e incluso, se ven en la necesidad de trabajar para aportar ingresos al hogar.
Este tipo de parentalización sobrecarga a estos pequeños con tareas que limitan su tiempo para jugar, estudiar y socializar, que son actividades esenciales para su desarrollo.
En el caso de la parentalización emocional, ocurre cuando el niño se convierte en el confidente o soporte emocional de los padres o familiares adultos, pudiendo llegar a escuchar sus problemas, tales como preocupaciones financieras, laborales o de relaciones de pareja.
A su vez es posible que los pequeños actúen como mediadores en conflictos, interviniendo en discusiones familiares para mantener la paz o incluso, se conviertan en el sostén emocional que brinda consuelo y apoyo emocional a los adultos.
De tal forma, se trata de una situación que los coloca en una posición para la cual no tienen la madurez emocional necesaria y, por lo tanto, les genera estrés y confusión.

¿Cómo identificar la parentalización?

Reconocer la parentalización en niños es esencial para intervenir de manera oportuna y efectiva.
Algunas maneras como se puede detectar la parentalización en los niños es cuando hay una excesiva madurez en estos, observándose que actúan como adultos, tomando decisiones y asumiendo responsabilidades inusuales para su edad.
Estos además pueden mostrar interés o ansiedad por temas financieros, de salud o relaciones de los padres, así como no tienen tiempo para actividades infantiles, de modo que no participan en juegos o actividades propias de su edad.
De igual forma, es posible detectar la parentalización en cambios emocionales en los niños, observándose que pueden presentar ansiedad y estrés, tristeza o depresión, así como se suelen sentir culpables o responsables por situaciones que se encuentran fuera de su control.

Situaciones más comunes de parentalización

La parentalización no surge de la nada; es el resultado de diversas circunstancias que pueden afectar la dinámica familiar.
De tal forma, comprender las causas por las que puede ocurrir es fundamental para abordar el problema.
Algunas de las razones por las que ocurre la parentalización son las crisis familiares, tales como los divorcios y separaciones en los que la ausencia de uno de los padres puede llevar al niño a intentar llenar ese vacío.
El fallecimiento de un familiar; cuando un padre sufre una enfermedad o que tenga problemas de adicción y, por esta razón, se muestre incapaz de cumplir con sus roles adecuadamente, pueden ser motivos que generan una desestabilización en la estructura familiar.
Por otra parte, la falta de ingresos puede llevar a que todos los miembros de la familia tengan la necesidad de contribuir con los gastos del hogar e incluso deban trabajar, particularmente si estos viven en pobreza extrema.
Asimismo, las familias numerosas que no tengan apoyo externo o sean migrantes, pueden enfrentar desafíos adicionales que afectan la dinámica familiar.
También es importante mencionar que hay culturas en las cuales se espera que los hijos asuman responsabilidades desde temprana edad, a lo que hay que añadir los patrones aprendidos provenientes de padres que fueron parentalizados que suelen repetir la historia con sus hijos.

Consecuencias de la parentalización en niños

Si bien es normal y saludable que los niños asuman ciertas responsabilidades acordes a su edad, tales como recoger sus juguetes o colaborar en labores domésticas, lo cierto es que la parentalización va más allá de esto, implicando roles y responsabilidades que exceden sus capacidades y derechos.
Así pues, la parentalización en niños puede tener efectos profundos y duraderos en su desarrollo psicológico, social y emocional.
Algunas de las principales consecuencias incluyen:

Impacto en el desarrollo emocional

Los niños pueden padecer estrés crónico debido a la carga de responsabilidades, lo que a su vez suele repercutir en su salud mental.
De igual manera, pueden desarrollar trastornos de ansiedad o depresivos debido a la presión y falta de apoyo o tener la autoestima baja, llegando a sentirse inadecuados si no pueden cumplir con las expectativas impuestas.

Afectación en las relaciones sociales

Al tener menos tiempo para actividades propias de su edad, los niños pueden experimentar un aislamiento social, presentando dificultades para establecer relaciones y conectarse con otros niños o adolescentes o inclusive, sentirse diferentes o incomprendidos.
Por otro lado, estos pueden no encajar en grupos de su edad en vista de que se comportan como adultos.

Repercusión en el rendimiento académico

Las responsabilidades adicionales pueden interferir con su concentración y energía para el estudio, lo que suele incidir en su rendimiento escolar.
Al respecto, los niños pueden presentar dificultades académicas debido a la falta de tiempo y apoyo.

Desarrollo de patrones disfuncionales

Estos pequeños pueden desarrollar una tendencia a querer controlar situaciones para evitar conflictos y al estar acostumbrados a ser quienes piden ayuda, pueden mostrar dificultades para pedirla cuando la necesitan, al igual que presentar problemas para expresar sus propias necesidades.
Además, estos patrones pueden perpetuarse y, por lo tanto, afectar sus relaciones futuras.
Intervenir en casos de parentalización en niños es crucial para prevenir consecuencias a largo plazo. Al restablecer los roles adecuados dentro de la familia, se promueve un ambiente que favorece el crecimiento saludable y el bienestar de todos sus miembros.

Estrategias para revertir la parentalización

Para revertir la parentalización es importante llevar a cabo diversas prácticas como definir roles, determinando cuáles son las responsabilidades apropiadas para cada miembro de la familia, siendo preciso asignar tareas adecuadas, esto es, darle al niño tareas que estén acordes a su edad y capacidad.
La terapia familiar puede ser muy útil, en vista de que un psicólogo puede ayudar a identificar patrones y trabajar en conjunto con todos los miembros de la familia para modificarlos.
Esto además permitirá que los padres aprendan estrategias para mejorar la comunicación y dinámica familiar.
A su vez, fortalecer la red de apoyo al involucrar a otros adultos que puedan brindar ayuda y aliviar la carga del niño o buscar programas o servicios que ofrecen asistencia en instituciones y comunidades, pueden ser excelentes estrategias
Fomentar el desarrollo infantil, promover actividades recreativas como deportes, artes o pasatiempos que el niño disfrute, además de facilitar relaciones sociales con amigos y compañeros de su edad.
Crear un ambiente donde el niño pueda tener un diálogo sincero en el que experimente seguridad y pueda expresar cuáles son sus verdaderos sentimientos.
Llevar a cabo estas acciones contribuirá a que el niño pueda desarrollar una autoestima sólida y habilidades emocionales adecuadas; se pueda mejorar la comunicación y la conexión entre los miembros de la familia y, además, evitará que estos roles invertidos se perpetúen en futuras generaciones.
Por lo tanto, si reconoces signos de parentalización en tu hogar, es fundamental buscar ayuda profesional para abordar de manera efectiva esta situación.
En Instituto Cláritas, contamos con un equipo de psicólogos especializados en dinámicas familiares y desarrollo infantil.

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