El proceso terapéutico es un camino de progreso y avance en las distintas dificultades que pueda llevar el paciente a la terapia. Se trata de un trabajo en profundidad sobre los aspectos más personales, y muchas veces difíciles, que ha experimentado un individuo, generando un vínculo muy profundo con el terapeuta. Los pacientes depositan en nosotros su confianza y nos permiten acompañarlos en su camino de crecimiento personal.
Sin embargo, este camino que toman no siempre es agradable, se sienten juzgados o no se sienten cómodos a la hora de compartir con su terapeuta determinados aspectos de su vida. Es importante tener claro que un terapeuta es un profesional, y aunque algunas etapas de la terapia sean difíciles por la elevada carga emocional, hay otros aspectos que no podemos permitir que ocurran en un proceso terapéutico.
5 cosas que no podemos permitir en terapia
- Que juzguen e intenten cambiar nuestros valores, ideología o convicciones. Los terapeutas han de ser objetivos en su práctica profesional, no pudiendo interferir su propia ideología o creencias, ya que no es nuestro trabajo juzgar o convencer a las personas de que una práctica o ideología es mejor que otra. Los terapeutas debemos limitarnos a la práctica objetiva en nuestra profesión, por lo que nunca debes sentirte atacado por tu ideología.
- Que no nos expliquen el por qué de cada tarea o actividad que realizamos en terapia. En un proceso terapéutico los pacientes son los protagonistas porque son los dueños de su propio proceso, en el cual el terapeuta es un agente que acompaña e indica los medios para que el paciente alcance su objetivo. Para ello, el terapeuta debe explicar al paciente por qué puede presentar determinadas dificultades y cómo se pueden solucionar. No podemos estar perdidos en nuestro propio proceso terapéutico ya que acabaremos teniendo la sensación de que no sabemos por qué estamos yendo a terapia.
- Que no tengan en cuenta nuestras necesidades y metas. El terapeuta debe estar abierto a escuchar y atender nuestras necesidades presentes y metas futuras. Como se decía anteriormente, los pacientes son dueños de su propio proceso y aunque el terapeuta puede sugerir algunos objetivos a trabajar, son los pacientes los que toman la última decisión sobre qué se va a trabajar y qué no se va a trabajar en terapia. El terapeuta debe respetar que todavía no estemos preparados para trabajar algunas cosas.
- Que no nos expliquen cuál es la corriente psicológica desde la que trabaja el terapeuta y todo lo que implica el proceso terapéutico. Dentro de la psicología hay varias corrientes de trabajo que parten desde paradigmas distintos, utilizan herramientas diferentes y tienen diversas formas de entender de los problemas psicológicos. Es muy importante que nuestro psicólogo nos haya explicado desde qué corriente de la psicología trabaja, cómo entiende nuestra dificultad esta corriente y cómo vamos a trabajar en ella. Así mismo, deberá explicarnos las fases del proceso de terapia, para que podamos entender desde dónde partimos y hacia dónde nos dirigimos.
- Que nuestros datos e información no sean tratados con confidencialidad y respeto. Los terapeutas debemos mantener la confidencialidad de la información que dan nuestros pacientes, la cual ha de tratarse con la mayor discreción posible. La información que el paciente expresa en sesión no puede salir de la misma, mucho menos ser comunicada con datos identificativos de la persona. Esta confidencialidad sólo podrá ser rota en casos excepcionales de emergencia marcados por el propio código deontológico de los psicólogos.
Acudir a un buen profesional es algo esencial para poder alcanzar nuestros objetivos en terapia. Si te encuentras en alguna de estas situaciones contacta con nosotros, podremos resolver todas tus dudas.