Proviene del inglés: Fear of Missing Out, y es, sin duda, la dolencia de nuestra época. Podemos empezar caracterizándolo como el miedo a que pase algo, generalmente en las redes sociales, y nosotros no estar presentes o enterados en el momento. Es decir, en esta época de la información, FOMO implicaría estar al día del todo, con dicha información actualizada y no perderse nada.
Esta preocupación constante de que ocurra algo sin que uno se entere, desasosiega hoy en día en especial a los jóvenes, los grandes usuarios de las redes sociales. De acuerdo con una encuesta de la agencia de publicidad multinacional JWT (2011), alrededor de un 72 por ciento de los jóvenes entre los 18 y los 33, afirmaron experimentar una intranquilidad con cierta frecuencia, y lo relacionan con el FOMO. Y en este grupo de edad, son los hombres los que más frecuentemente afirman sentirlo. En cambio, tan solo el 11 por ciento de los mayores de 50 años, refieren sentir, en ocasiones, dichas inquietudes.
Síntomas del FOMO:
El hecho de estar continuamente conectados a la red puede provocar problemas de conducta o de hábitos que acaben desarrollando un síndrome. Así, las personas sienten la compulsiva necesidad de estar al tanto de todo, consultando las redes, comprobando si ha llegado un WhatsApp®, actualizando su Instagram®, ver cuántas visitas, visualizaciones o likes tiene algo que han colgado. Se cree, además, que existe una necesidad imperiosa de contestar inmediatamente para evitar perderse algo importante o, peor aún, quedarse fuera de la conversación.
Estas personas tienen dificultades para desconectar el móvil o, simplemente, no pueden seguir adelante con su vida si se lo dejan en casa. Desde sudores frío, hasta sensaciones de malestar, pudiendo pasar por ataques de pánico, ansiedad o depresión.
Encontramos también el llamado síndrome de la llamada o alerta fantasma, que se refiere a la sensación de creer escuchar las alertas del móvil cuando no es real que, muchas veces, se combina con la desilusión al descubrir que no hay nada nuevo.
Otro síntoma llamativo es la ansiedad que provoca no contestar a un mensaje o a un comentario de forma inmediata en cualquier red social. Físicamente hablando, este síndrome puede alterar el sueño de las personas, pudiendo propiciar insomnios y reducción de la calidad del sueño. Así mismo, dolor de cuello, de muñeca e incluso de pulgares.
FOMO, ¿sólo para los más jóvenes?
Anteriormente hemos dicho que sí, en su mayoría son jóvenes y adolescentes lo principales usuarios de dicho síndrome, pero no es algo nuevo. Nuestro refranero popular nos demuestra que siempre ha existido: “No se puede estar en misa y repicando”. No se puede estar a todo, elegir es renunciar y un largo etcétera.
Por lo general, las personas nos pasamos el día decidiendo a qué prestamos atención, y toda atención implica, indudablemente, una renuncia. Y el problema aparece cuando a lo que prestamos nuestra atención no es tan interesante o emocionante como la otra opción, la no elegida.
En una medida u otra, todos sufrimos algún tipo de FOMO, cuando estamos en una fiesta y la conversación del grupo de al lado se antoja más divertida que la nuestra. O cuando estamos en una cena con nuestra familia política y nuestros amigos hablan del plan de esa noche por el grupo que tenéis, plan al que no puedes ir, por supuesto. Aunque quizás se vea más en los jóvenes, la realidad es que todos, en algún momento, lo hemos sufrido.
Cómo evitar el FOMO
La solución no pasa por tirar el móvil o desconectarse de las redes sociales, esto solo ocultará el problema. La solución pasa por gestionar correctamente el uso de las redes, llevar a cabo un comportamiento adecuado, racional, cuidando la autoestima y centrando los esfuerzos en un equilibrio adecuado.
Si eres padre, educa con el ejemplo. El contacto humano resulta fundamental para el desarrollo de los niños y jóvenes, habla con tu hijo, permítele que se exprese y reconozca sus emociones. Si no les enseñamos a cuidarse, no podrán aprender a hacerlo por ellos mismos, si la mayoría de sus relaciones se llevan a cabo a través de las pantallas no podrán desarrollar herramientas para el futuro como la empatía.
Si eres de los más jóvenes, evita estar constantemente publicando en redes sociales, no contestes mensajes que pueden no ser contestados y prioriza a las personas que te rodean.
Desde el Instituto Cláritas, podemos ayudarte, tanto si eres del grupo de los padres que no saben qué hacer, como si eres de los jóvenes que notan que las redes, cada vez más, solo provocan ansiedad. Desde aquí, proponemos un espacio para que se puedan desarrollar los sentimientos y emociones, y aprender de ellos para que, en un futuro, poderse enfrentar a cualquier situación ansiógena en la vida.