Ansiedad: Aprendiendo a domar a la “bestia” durante la crisis del coronavirus

La presencia del coronavirus nos ha pillado a todos por sorpresa. De la noche a la mañana, hemos tenido que adoptar una serie de medidas drásticas a las que tampoco estamos acostumbrados, como el confinamiento, que nos puede resultar aun más difícil de llevar.

Estas medidas pueden resultar complicadas, pero no imposibles de sobrellevar si sabemos cómo gestionarlas. Para ello, tenemos que ser conscientes de cómo nos afecta esta nueva situación y así poder afrontarla de la mejor forma posible. A continuación, abordamos una de las respuestas emocionales más comunes, que puede aparecer durante el confinamiento: La ansiedad.

 ¿Por qué aparece la ansiedad?

Al encontrarnos frente a una situación de incertidumbre o amenaza, nuestro cuerpo necesita activarse para poder responder ya que, al ser una situación nueva, no sabe cómo hacerlo. Por eso, ésta activación es positiva: Nos prepara para la acción.

Por ejemplo, si nos atracan, necesitamos que ésta respuesta fisiológica se de como aliada para poder actuar y sobrevivir. En este ejemplo, si nuestro cuerpo no percibe esta situación como amenazante, no pondrá en marcha la respuesta de activación y probablemente nos quedaríamos paralizados, sin saber qué hacer y fomentando que la situación termine muy mal.

Como vemos, la respuesta de ansiedad no es mala en sí. Al igual que en el ejemplo, como hoy estamos frente a un escenario nuevo y amenazante, es importante esta activación para poder actuar frente al coronavirus y poder frenarlo. La ansiedad está cumpliendo una función necesaria, una función adaptativa, que facilita adaptarnos a esta nueva situación. El problema entonces no es experimentarla, sino que pierda su función y que pase a ser desadaptativa. Es decir, cuando esa respuesta no cesa y se mantiene en el tiempo o se intensifica más de lo esperado, empieza el problema y aparecen una serie de síntomas. Esto sucede porque el organismo no puede mantener durante mucho tiempo un ritmo constante de activación por encima de sus posibilidades.

¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?

  • Pensamientos acelerados
  • Dificultad de concentración
  • Boca seca
  • Tensión muscular (sobre todo en el cuello)
  • Presión en el pecho
  • Taquicardia
  • Sensación de estomago revuelto, nauseas o malestar abdominal
  • Sudoración en las manos
  • Temblor o cosquilleo en las extremidades
  • Mareos y delirios
  • Sudores fríos
  • Urinación frecuente
  • Inestabilidad física
  • Sensación de dificultad para respirar
  • Miedo a perder el control, a volverse loco o a morir
  • Inquietud o sensación de estar atrapado
  • Irritabilidad

Estos síntomas aparecen con la ansiedad, pudiendo experimentar todos o solo algunos de ellos. Durante el confinamiento también se manifiestan y pueden desencadenar consecuencias negativas como: Conductas obsesivas y compulsivas (de limpieza por ejemplo, como el tener que lavarse muchísimo las manos o limpiar de forma excesiva), nuevas manías, pensamientos obsesivos frecuentes y acelerados, dificultad de concentración, empeoramiento de las relaciones familiares (malas contestaciones, problemas de entendimiento, falta de comunicación, sentir que no respetan mi intimidad…), etc.

¿Por qué aparecen los síntomas?

Cuando la respuesta de ansiedad, que ya ha cumplido su función de prepararnos para esta situación, se sigue manteniendo o se intensifica, nuestro organismo se satura. Los síntomas físicos también se mantienen o se incrementan y es entonces cuando la ansiedad nos empieza a molestar y no sabemos como huir de ella.

¿Cómo escapar de ella?

Para contestar a esta pregunta tenemos que saber primero por qué tenemos esta sensación de persecución y de falta de control sobre ella.  La ansiedad sigue un ciclo, que cuando no cesa, se convierte en el “pescado que se muerde la cola”, convirtiéndose en ansiedad desadaptativa y haciéndonos sufrir.

Durante el confinamiento, sucede lo mismo. Cuando percibimos que los síntomas físicos de la ansiedad permanecen o son más intensos, empezamos a tener pensamientos negativos como “me voy a contagiar, no voy a poder seguir aislada mucho más tiempo, esta situación me va a superar, se va a contagiar alguien de mi familia, el mundo ya no va a ser lo que era…” y fomentamos, sin saberlo, la ansiedad. Cuanto más notamos los síntomas, más pensamientos negativos, más ansiedad y entramos en ese ciclo vicioso del que no podemos salir.

¿Cómo salir de ese ciclo para reducir la ansiedad?

Tenemos que romper el círculo vicioso:

  • Di adiós al perfeccionismo: En esta situación de incertidumbre, no todo tiene que salir como esperas y no pasa nada. Rebaja tu nivel de exigencia.
  • Despídete del catastrofismo: Evita pensar que todo, absolutamente todo va a salir mal si no tienes garantías, no te aferres a la preocupación. Para no pensar de forma catastrófica, analiza la objetividad de tus pensamientos. Si no realistas, busca pensamientos alternativos.
  • Identifica qué aspectos están bajo tu control y cuáles no: Intenta hacer frente solo a aquellos a los que puedes. Es decir, únicamente a los que están bajo tu control.
  • No huyas de tus emociones: No utilices analgésicos como la comida, el alcohol, el ejercicio físico excesivo, la televisión o las redes sociales para no pensar en cómo te sientes. A corto plazo, esta estrategia te ayuda a evadirte, pero a la larga solo fomentará sentirte mal. Identifica cómo te sientes y qué te ha hecho sentir así. Después busca una conducta alternativa a esa emoción que sea productiva y que genere sentimientos positivos.
  • Busca una solución real a lo que te preocupa: Si no la encuentras, es que no la tiene. Recuerda que hay cosas que escapan de tu control. Acepta que la solución no depende de ti.
  • Regula tus emociones para cambiar la forma en que piensas y por tanto, la forma en que actúas: La relajación y la meditación son técnicas muy buenas para regular y reducir la ansiedad.
  • Haz las paces con la ansiedad: No la categorices como tu enemiga. La ansiedad te ayuda en muchas situaciones. Cuando sigue insistiéndote aprende a pararla y lleva tú las riendas.
  • Busca ayuda profesional: Los prefesionales en psicología son una excelente opción si no tienes herramientas para hacerle frente a la ansiedad o si, en este momento, no eres capaz de acceder a ellas.

En conclusión, durante esta crisis van a existir numerosos momentos en los que nuestra ansiedad nos va a poner a prueba. Cambia la forma en que la percibes, aprende a manejarla y conviértela en tu aliada. Si en este momento no eres capaz de hacerlo por ti mismo, no pasa nada. Reconocer los límites de un mismo es el primer paso para conseguirlo. Además, existe otro recurso que te puede ayudar a conseguirlo: La terapia psicológica.

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