Es un hecho que la salud mental se ha deteriorado a raíz de la pandemia. Así lo reflejan los datos: el mayor informe realizado hasta la fecha sobre las secuelas psicológicas de la COVID-19 a nivel mundial, publicado en la revista científica Psychiatry Research, establece un aumento generalizado de la ansiedad, la depresión, el estrés postraumático y el insomnio. Un confinamiento, tres oleadas de contagios y un año de distancia social, miedo al contagio y restricciones de movilidad tienen la culpa. Lo que antes podía considerarse como un hecho aislado comienza a ser un problema extendido que puede afectar a amigos, pareja o hijos.