¿Cómo gestionar una decepción y salir reconfortado de ella?

Las decepciones forman parte de nuestra vida, es un sentimiento que comprende diferentes emociones y que llega a nuestras vidas de forma inesperada. Todos alguna vez nos hemos sentido decepcionados por no conseguir algo que deseábamos, por recibir un trato que no esperábamos de una persona importante en nuestra vida, por no ser capaces de llegar a metas que nos habíamos propuesto, etc. En general en nuestra vida todos tenemos objetivos y proyectos cargados de ilusiones, deseos, anhelos que no siempre salen como esperamos o nos enfrentamos a escenarios nuevos y diferentes y esto nos genera dolor, sufrimiento e inseguridad. Si nos quedamos anclados a la decepción, al dolor, a la frustración no vamos a poder avanzar en nuestro camino y no seremos capaces de poder ver y disfrutar de otras sorpresas que nos depara nuestra vida.

¿Por qué sufrimos decepciones?

La decepción es el resultado de falta de congruencia entre nuestras expectativas y la realidad. Como contábamos anteriormente, todos tenemos unas expectativas y unas metas en nuestras vidas. Si estas no están demasiado alineadas o sentimos que siempre fracasamos o nos encontramos insatisfechos puede que no estén bien ajustadas o nos estemos comportando movidos por pensamientos irracionales o distorsiones cognitivas. Uno de los objetivos que trabajamos en terapia será evaluar nuestros patrones de pensamientos y ajustar a la realidad para poder evitar decepciones y actuar de acuerdo con los hechos que nos muestra la realidad.

¿Qué conlleva una decepción?

La decepción en primer lugar conlleva la emoción de tristeza, ya que sufrimos una perdida. Nosotros teníamos una expectativa ante algo o alguien importante y al no cumplirse sufrimos una pérdida, por lo que esto generará un proceso similar al duelo. Por otro lado, podemos sentir enfado, ya que en cierto modo vamos a interpretar que estamos ante una situación de injusticia. Y por ultimo, puede conllevar sentimientos de impotencia y frustración ya que nos decepcionamos con nosotros mismos al no ser capaces de conseguir algo que deseábamos o al no haber podido obtener de una persona algo que dábamos por hecho. Si no somos capaces de gestionar bien las emociones que conlleva la decepción nos podemos quedar atrapados en la tristeza o el enfado, lo cual nos acabará repercutiendo en nuestra autoestima, pues nuestro esquema de valía personal se verá amenazado ya que podemos tener una pérdida de confianza en nuestras capacidades y recursos. ¿Qué consecuencia tendrá esto? Que nos vamos a dejar invadir por el miedo y puede que nos protejamos en exceso para no volver a pasar por el estado en el que estamos ahora.

¿Qué tipos de decepciones existen?

Una de las decepciones que más nos afectan son las decepciones en los vínculos amorosos. Cuando conocemos a una persona que es especial para nosotros nuestra mente genera una serie de expectativas que alimentan nuestra ilusión, y generalmente cometemos «el error» de no contar con que la otra persona tiene las suyas propias. Algo que nos puede ayudar a no sufrir decepciones en los vínculos amorosos es atrevernos a comunicar las expectativas que tenemos sobre la otra persona y mostrarnos tal y como somos. Otro área donde se generan decepciones con frecuencia es en las relaciones familiares. Para no decepcionarnos tanto en las relaciones familiares nos puede ayudar aceptar a nuestros padres, madres, hermanos/as como son, y no esperar o buscar en ellos algo que no nos pueden dar. Cada uno es como es y debemos aceptar a cada persona como es y no intentar cambiarla o exigirle cosas que no nos pueden dar, de lo contrario nuestras relaciones se verán dañadas y nos sentiremos decepcionados continuamente. El ámbito profesional es una fuente frecuente de decepciones. Muchas personas tienen altas expectativas y exigencias puestas en ellas mismas en lo que al ámbito profesional se refiere, y en muchas ocasiones estas metas o expectativas no son reales o alcanzables de la manera o en los tiempos que nos planteamos. Ajustar nuestras expectativas y metas a un plano realista nos va a ayudar a evolucionar y crecer de un modo más efectivo. Por último, la decepción que más daño nos puede hacer es en la relación con uno mismo. Todos tenemos un «yo ideal», esto nos ayuda a crecer, avanzar, confiar en nosotros mismos y poder sacar nuestro máximo potencial. Pero en ocasiones, las metas o expectativas sobre nuestra persona no nacen de nosotros mismos. En realidad nos las han puesto otras personas pero las adquirimos como algo propio. Esto se puede convertir en una exigencia que nos hace mucho daño y traerá como consecuencia que no nos aceptemos como realmente somos, es decir, que no tengamos una visión realista de nosotros mismos y así nos perdamos el respeto y amor hacia nosotros.

¿Cómo gestionar una decepción?

En primer lugar, debemos aceptar la realidad tal y como nos viene. Debemos gestionar «el duelo» de que las cosas no han ocurrido como esperábamos y de nada nos va a servir dramatizar, idealizar en exceso lo que no hemos conseguido, responsabilizar a los demás o culpabilizarnos a nosotros mismos. La realidad ha venido así y debemos aceptarla tal cómo viene. En segundo lugar, debemos identificar y reconocer nuestras emociones. Es importante que nos permitamos sentir las emociones que vienen acompañadas de una decepción como pueden ser la tristeza, la rabia, el miedo, la frustración, etc. Es también importante que podamos permitirnos y comunicar nuestras emociones, compartirlas con nuestro entorno y nuestras personas de confianza. Y que no nos juzguemos sino que nos aceptemos y cuidemos a nosotros mismos. Solo así vamos a poder recuperarnos y volver a intentarlo. En tercer lugar, debemos revisar nuestros pensamientos y creencias, y evitar los “debería”´. Si nos mostramos muy rígidos acerca de cómo se debería comportar el otro o nosotros mismos vamos a sufrir mucho. Un truco que nos puede ayudar es cambiar los «debería» por «me gustaría». Cada persona es diferente y tiene sus propios valores, creencias y comportamientos, y debemos aceptarlos tal y cómo son. Por mucho que nos gustaría que la vida fuese de una manera determinada, no tenemos el poder de elegir cómo van a desarrollarse ciertos hechos. Por mucho que nos empeñemos, en el fondo no podemos tener el control de cómo se va a desarrollar nuestra vida. Por último, es importante que tengamos una mirada introspectiva y así crezcamos personalmente. Esto quiere decir, que debemos reconocernos cual es nuestra necesidad, qué es lo que buscábamos realmente y evitar caer en autoengaños que solo nos llevarán de nuevo a otra decepción. En Cláritas somos expertos en ayudar a las personas a gestionar las diferentes decepciones que sufren en sus vidas. Si has sufrido una decepción y sientes que no la has gestionado bien del todo nosotros te acompañaremos y haremos que no pierdas la confianza en ti mismo y puedas establecer objetos y metas en tu vida en consonancia con la persona que quieres ser.
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