Las discusiones son algo natural, necesario y positivo dentro de las relaciones de pareja. Sin embargo, cuando los conflictos no se dan de manera puntual, si no que acaban convirtiéndose en la forma de relacionarse de la pareja, acaban apareciendo los problemas, las tensiones, el malestar y la toxicidad en la relación.
Cualquier comentario o cuestión sin importancia puede acabar generando algún tipo de conflicto. La pareja debe aprender a gestionar adecuadamente esas discusiones, para evitar entrar en un círculo vicioso.
Parte de la problemática reside en el inadecuado estilo de comunicación empleado por los sujetos durante las disputas.
Motivos por los que aparecen las discusiones en la pareja
Se considera que existen determinadas conductas que favorecen la aparición de enfrentamientos en la pareja.
- Generalizaciones: En lugar de hacer referencia a un hecho concreto (por ejemplo, “hoy no has recogido”) se tiende a generalizar ese comportamiento (“nunca recoges nada”). Una actitud que se considera negativa en un momento determinado se acaba generalizando como el comportamiento habitual.
- Desprecio: En este punto se incluye todo lo referido a faltar el respeto de la otra persona durante las discusiones. El uso del sarcasmo, la ironía o las bromas hostiles pueden provocar un daño directo sobre el otro.
- Actitudes defensivas: Escogemos una postura de ataque. Es decir, culpabilizamos al otro sin asumir ningún tipo de responsabilidad por nuestros actos. Se utiliza la excusa ante la conducta empleada y así se evita reconocer los propios errores.
- Actitudes evasivas o de indiferencia: Ocurre cuando alguno de los miembros de la pareja evita los enfrentamientos, dificultando una solución ante cualquier problema. Es importante poder dialogar las diferencias que puedan existir en la pareja y así evitar que los problemas queden sin arreglarse.
¿Cómo mejorar las discusiones dentro de la relación?
A continuación, se mencionan algunos puntos clave para tener una discusión constructiva:
- Tomar distancia: Cuando la discusión empieza a intensificarse y a estar fuera de control, es bueno pararse y distanciarse un momento. Es un ejercicio que ayuda a que la discusión no se descontrole más aún.
Durante esa breve pausa, es importante que cada uno pueda atender a sus sentimientos. Es decir, hacerse consciente de cómo se ha sentido. No es bueno dejar pasar los conflictos. Cuando la tensión ha disminuido es necesario retomar el dialogo con nuestra pareja, expresar cómo te has sentido y cuáles crees que han sido tus errores. Eso ayuda a que el otro también se relaje y no se sienta atacado. - Comunicación positiva: Hay que aprender a expresar las cosas sin faltar al respeto y de una manera cariñosa. Tener una comunicación empática comprendiendo los sentimientos del otro. Pararte a escuchar para entender lo que el otro dice. Evitar los reproches, las culpabilizaciones y los temas del pasado.
- Establecer unas “normas” para cuando se discute: Un ejemplo de norma podría ser, “cuando se discute no nos podemos gritar, ni hablar mal”, “evitar incluir en la discusión a terceras personas”, “no hacer alusión a relaciones previas”, etc. Estas normas pueden ser útiles para tener discusiones controladas.
Aun así, hay ocasiones donde la pareja ha intentado sin éxito llevar a cabo discusiones constructivas y sienten que su relación cada vez está más en peligro. En este caso, podría ser de gran ayuda contar con un profesional que pueda aportar una visión objetiva de la situación, y recursos a la pareja para que aprendan a discutir de una manera asertiva y empática.
Si tu pareja y tú os encontráis en esta situación de malestar, en Cláritas podemos ayudarte. La terapia de pareja puede ser muy útil para trabajar todo lo relacionado con los conflictos de la relación.
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