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Por qué nos hacen daño las reuniones familiares de Navidad y cómo podemos protegernos

Este año ha sido un año diferente debido al Covid-19. Hemos estado (y seguimos) haciendo grandes esfuerzos por adaptarnos a convivir con el virus, con el estrés y la ansiedad que esto conlleva. Ahora llega el fin de año, llegan las navidades. Son fechas en las que intentamos descansar, cerrar ciclos y nos juntamos con nuestros familiares y seres queridos para celebrar que seguimos otro año más compartiendo camino juntos. Son fechas de ilusión, ilusión para los pequeños de la familia y también ilusión para los adultos que disfrutan viendo la felicidad en los ojos de los más pequeños.

Sin embargo, en estas mismas fechas aumentan los problemas de salud mental (ansiedad, depresión, adicción, suicidios, etc.). En otras palabras, aumenta nuestro sufrimiento. ¿Qué pasa en las navidades? ¿Por qué aumenta nuestro malestar en estas fechas que están tan pintadas de ilusión?

En este artículo vamos a hablar sobre una de las principales causas del sufrimiento de las navidades: las reuniones familiares. ¿Por qué nos hacen daño las reuniones familiares? ¿Qué podemos hacer para protegernos? Estas son las preguntas que voy a responder en el artículo.

Lealtades familiares: ¿Qué son? ¿Cómo nos afectan?

Podemos decir que nuestra familia, las personas que nos han cuidado y nos han apoyado en nuestro crecimiento, también son una fuente de tensión y de malestar psicológico. Parece que es contradictorio y que incluso está feo decir esto, pero ambas afirmaciones son ciertas. Las relaciones que se construyen entre los distintos miembros de la familia son complicadas, porque un sistema familiar es complicado. Y como dice la expresión popular, cada familia tiene sus problemas.

Si te fijas bien, seguro que en tu familia puedes observar:

  • Comportamientos o actitudes que son valorados o premiados (por ejemplo: tener un buen trabajo, ser una persona tranquila o ser popular con tus amigos)
  • Comportamientos o actitudes que son juzgados o rechazados (por ejemplo: no tener una pareja estable, ser una persona que evita los conflictos o ser una persona que se enfada a menudo)
  • Sensación de que estás muy disponible para tu familia y sin embargo ellos no te apoyan lo suficiente. O por el contrario, sensación de que te apoyan mucho y tú no estás lo suficientemente disponible para ellos.
  • Conflictos y alianzas entre los distintos miembros de la familia. Es decir, familiares que se llevan mejor entre ellos así como familiares que no se tragan.
  • Un miembro de la familia al que “se le ha puesto la cruz”
  • Patrones de comunicación familiar: una forma de celebrar cumpleaños o fiestas, una forma de hablar sobre los problemas, una forma de comunicarse entre padres e hijos, etc.

Todos estos guiones que he mencionado son normas no escritas que rigen el funcionamiento de una familia. Estas normas ejercen una presión sobre cómo debes ser y sobre cómo debes relacionarte con tu familia. Este conjunto de normas no escritas reciben el nombre de lealtades familiares.

Las lealtades familiares son fuerzas que regulan el comportamiento de los miembros de la familia. La mayoría son inconscientes y son transmitidas de generación en generación. Pueden existir mandatos externos explícitos (“si muestras así tu carácter ninguna pareja va a aguantar a tu lado”) así como obligaciones interiorizadas (“tengo que ser respetuoso y responsable”).

El deseo de ser leales a nuestra familia y sentirnos parte del “equipo” nos empuja a satisfacer estos mandatos. Generalmente, cuando no conseguimos satisfacerlos nos invade un sentimiento de culpa. Este sentimiento de culpa sirve para mantener el equilibrio en el sistema familiar, impide que los miembros de la familia no “se bajen del barco”.

En muchas ocasiones, actuar en contra de estas normas o ponerlas sobre la mesa y mostrárselas a la familia es recibido como un acto de “traición familiar”, disparando reacciones de reproche o conflictos. Estas reacciones se disparan debido a la inestabilidad que genera en la familia el intento de enfrentar o cambiar las normas.

Estas lealtades funcionan como un hilo que mantiene unida a la familia. El problema de este hilo es que también aprieta en muchas ocasiones. La fuerza con la que aprieta a cada persona dependerá de distintas variables, como por ejemplo el nivel de consciencia emocional o el lugar que ocupa en la familia.

Las reuniones familiares es una de las principales causas del malestar y el sufrimiento en las navidades.  La presión que ejerce el hilo de las lealtades familiares aprieta con fuerza en estas fechas y pasa factura a la gran mayoría de personas.

¿Cómo me puedo defender en las reuniones familiares?

Contamos con diferentes herramientas para poder defendernos en estas reuniones:

  • Tomar consciencia de las lealtades familiares: Poner atención en las normas que organizan a tu familia te permite tomar distancia y renunciar a roles que no quieres asumir. Para darnos cuenta de estas normas inconscientes suele ser necesaria la ayuda de un psicoterapeuta.
  • Poner límites a nuestra familia: Negarte a asumir responsabilidades que te cuelga la familia, frenar comentarios que te encasillan en cómo te percibe tu familia o evitar formar parte de alianzas y conflictos que se montan en tu familia durante estas cenas. Defender tu espacio dentro de la familia te aportará un lugar en el que respirar con más tranquilidad durante estas reuniones.

La comunicación asertiva será tu mejor aliada para poner estos límites. Consiste en expresar con firmeza lo que tú necesitas defendiendo tu espacio,  sin necesidad gritar o atacar pero sin menospreciar tu necesidad ante los demás.

  • Autocuidado: Cuidarnos durante estas fechas nos ayudará a estar más estables y relajados en las reuniones familiares. Para cuidarnos en estas fechas es importante:
    • Mantener unos hábitos saludables de alimentación, ejercicio y descanso
    • Cuidar nuestras relaciones sociales (amigos, pareja, etc.)
    • Tener cuidado con los excesos de comida y bebida en las reuniones
    • Realizar actividades que disfrutemos y/o nos ayuden a relajarnos (ver pelis que me gustan, dar un paseo para ver las luces navideñas, etc.).

 ¿Por qué es importante todo esto para mi salud mental?

La capacidad de diferenciarnos emocionalmente de nuestra familia es fundamental para nuestra salud mental porque nos permite construir nuestro propio proyecto de vida al mismo tiempo que mantenemos el vínculo con nuestra familia. Somos menos libres de lo que creemos, pero podemos reconquistar nuestra libertad comprendiendo lo que pasa en nuestra familia. Así seremos capaces de elegir la vida que queremos vivir, y no la vida que nuestra familia quiere que vivamos.

La psicoterapia nos ayuda a encontrar ese lugar en el que podemos vivir nuestra propia vida al mismo tiempo que mantenemos la relación con nuestra familia. Desde Cláritas te podemos ayudar a afrontar estas lealtades familiares. Tenemos experiencia trabajando con jóvenes o adultos, en terapia individual o en terapia familiar.

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