El ser humano, como ser social, tiene una necesidad de establecer vínculos emocionales saludables con su entorno. Sin embargo, a veces este tipo de relaciones nos producen cierto daño o malestar. Es lo que llamamos “relaciones tóxicas”.
La crisis de pareja suele surgir en un momento de desgaste emocional en el que la acumulación de ansiedad o de conflictos sin resolver hace que ninguno de los dos tenga fuerzas suficientes para solucionarlo.
La pareja debe aprender a gestionar adecuadamente sus discusiones, para evitar entrar en un círculo vicioso. Parte de la problemática reside en el inadecuado estilo de comunicación.
Perseverancia, cariño y esfuerzo son los elementos comunes a cualquier tipo de relación. Sin embargo, cuando se trata de una relación de pareja, existen otros factores que es imprescindible tener cuenta.
La ira es una emoción que aparece ante situaciones en las que nos sentimos atacados, frustrados o algo nos parece injusto. Funciona como una estrategia de defensa, por lo que, como cualquier emoción, tiene un carácter adaptativo.
La relación de pareja necesita un proyecto común con el que ambos miembros se sientan satisfechos. La vida en pareja debería poder ofrecer una mejor unión y un lugar en el que sentirse agradecido.
La familia es el principal apoyo para la mayoría de las personas, ya que se trata de nuestro primer vínculo emocional. Sin embargo, conforme vamos creciendo y madurando, la persona tiene que empezar a ser independiente.
¿Estar mal con tu pareja es lo opuesto a estar bien? Parece que hay otros muchos matices que pueden afectar el estado de una relación. Existen muchos grises, no podemos agarrarnos al blanco o negro.
A veces las parejas no se adaptan a las diferentes etapas por las que pasa una relación, y se quedan estancados en aquellos aspectos que les fueron útiles en un primer momento. Es ahí donde empiezan a surgir diferentes problemas.
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